sábado, 5 de junio de 2010

Temas Juridicos

Charles Louis de Secondat, Señor de la Brède y Barón de Montesquieu (18 de enero de 1689 - 10 de febrero de 1755), fue un cronista y pensador político francés que vivió en la llamada Ilustración. Es uno de los filósofos y ensayistas ilustrados más relevantes en especial por la articulación de la teoría de la separación de poderes, que se da por descontado en los debates modernos sobre los gobiernos, y ha sido implementado en muchas constituciones a lo largo del mundo.

Su pensamiento debe ser enmarcado dentro del espíritu crítico de la Ilustración francesa, patente en rasgos como la tolerancia religiosa, la aspiración de libertad y su concepto de la felicidad en el sentido cívico, si bien se desmarcará de otros autores de la época por su búsqueda de un conocimiento más concreto y empírico en oposición a la abstracción y método deductivo dominantes. Podemos decir que como difusor de la Constitución inglesa y teórico de la separación de poderes se encuentra muy cercano al pensamiento de Locke, en tanto que como autor de las Cartas Persas podría situarse próximo a Saint-Simon. Sin embargo, el pensamiento del señor de La Brède es complejo y tiene esa personalidad propia que le convierte en uno de los pensadores más influyentes en el seno de la Historia de las ideas políticas.

Visión política y legado : Montesquieu desarrolló las ideas de John Locke acerca de la división de poder. En su obra "El espíritu de las leyes" manifiesta admiración por las instituciones políticas inglesas y afirmó que la ley es lo más importante del Estado.

Las “Cartas Persas” se publican en 1721, con 32 años, y su éxito es fulminante en la sociedad francesa de la época de la regencia. Ingresa en la Academia Francesa en 1727 y se traslada a Inglaterra en 1729 siendo elegido miembro de la Royal Society. Sus tres años en Inglaterra resultan cruciales para su desarrollo intelectual.

En 1739 publica un importante ensayo sobre los romanos. El espíritu de las leyes se publica en Ginebra en 1748. En 1750, para responder a las críticas de los jansenistas y los jesuitas, publica la Defensa del Espíritu de las Leyes aunque la Iglesia lo incluye en el índice de libros prohibidos.

Dos son fundamentalmente los puntos en que los diferentes autores insisten al señalar la aportación original de Montesquieu al estudio científico de las sociedades humanas:

Montesquieu acomete la tarea científica de describir la realidad social según un método analítico y "positivo" que no se detiene en la pura descripción empirista de hechos, sino que intenta organizar la multiplicidad de datos de la realidad social en un reducido número de tipos.
Dar una "respuesta sociológica" a la aparente diversidad de los hechos sociales, bajo el supuesto de que existe un orden o causalidad de estos hechos susceptible de una interpretación racional.
Es considerado uno de los precursores del liberalismo y fue quien elaboró la teoría de la separación de poderes.


MONTESQUIEU.

El objetivo del pensamiento político de Montesquieu, expresado en el Espíritu de las leyes, es elaborar una física de las sociedades humanas. Su modelo, tanto en contenido como metodología, está más en la línea de lo experimental que lo especulativo. Adopta el análisis histórico, basado en la comparación; arranca de los hechos, observando sus variaciones para extraer de ellas leyes.

En esta obra se nos ofrece, además de la descripción de las idiosincrasias nacionales, las diversas formas de gobierno y sus fundamentos, así como los condicionantes históricos e, incluso, climáticos de éstos, elaboró un novedoso enfoque de las leyes, los hechos sociales y la política: se desvane la clásica oposición entre las tesis iusnaturalistas y escépticas, que atribuían el fundamento de las leyes a la arbitrariedad de los legisladores: consideraba más bien que las leyes proceden de relaciones necesarias derivadas de la naturaleza de las cosas y las relaciones sociales, de forma que no sólo se opuso a la separación entre ley natural y ley positiva sino que consideraba que son complementarias.

Cada pueblo tiene las formas de gobierno y las leyes que son propias a su idiosincrasia y trayectoria histórica, y no existe un único baremo desde el cual juzgar la bondad o maldad de sus corpus legislativos. A cada forma de gobierno le corresponden determinadas leyes, pero tanto éstas como aquéllas están determinadas por factores objetivos tales como el clima y las peculiaridades geográficas que, según él, intervienen tanto como los condicionantes históricos en la formación de las leyes. No obstante, teniendo en cuenta dichos factores, se puede tomar el conjunto del corpus legislativo y las formas de gobierno como indicadores de los grados de libertad a los que ha llegado un determinado pueblo.

La filosofía política se transmuta en una filosofía moral cuando establece un ideal político que defiende es el de la consecución de la máxima libertad aunada a la necesaria autoridad política; rechaza abiertamente las formas de gobierno despóticas. Pero para garantizarla al máximo, Montesquieu considera que es imprescindible la separación de poderes. Muy influenciado por Locke, desarrolla la concepción liberalista de éste, y además de considerar la necesidad de separar el poder ejecutivo del poder legislativo, piensa que también es preciso separar el poder judicial. Esta separación de los tres poderes ha sido asumida y aplicada por todos los gobiernos democráticos posteriores.

Capítulo 1. De las leyes en general.

Las leyes en su más extenso significado, son las relaciones necesarias que se derivan de la naturaleza de las cosas; y, en este sentido, todos los seres tienen sus leyes: la divinidad (...) el mundo material (...) las inteligencias superiores al hombre (...) los brutos (...) los hombres (...) Estas reglas son un relación establecida constantemente (...) cada diversidad es uniformidad; cada cambio es constancia. (...)

El hombre como ser físico, lo mismo que los demás cuerpos, está gobernado por leyes invariables. Como ser inteligente, viola sin cesar las leyes que ha establecido Dios, y varía las que ha establecido él mismo; hace falta que se conduzca y, sin embargo, es un ser limitado; está sujeto a la ignorancia y al error, como todas las inteligencias finitas; incluso pierde los débiles conocimientos que posee. Como criatura sensible se encuentra sometido a mil pasiones; semejante ser podía olvidar a Dios en todo instante. Dios se lo recuerda por las leyes de la religión; semejante ser podía olvidarse en todo instante de sí mismo; los filósofos le han recordado por las leyes de la moral: hecho para vivir en sociedad podía olvidar a los demás; los legisladores le han hecho entrar en sus deberes por las leyes políticas y civiles.

Capítulo 2. De las leyes de la naturaleza.

Anteriores a todas estas leyes son las leyes de la naturaleza, llamadas así porque derivan únicamente de la constitución de nuestro ser. Para conocerlas bien, hay que considerar a un hombre antes del establecimiento de las sociedades. En semejante estado, las leyes que reciben serán las de la naturaleza.

La ley que imprimiendo en nosotros la idea de un creador nos lleva hacia él es la primera (...) por su importancia (...) pero no por el orden. El hombre en su estado natural tendría la facultad de conocer, pero no conocimientos. Es claro que sus primeras ideas no serían ideas especulativas. Pensaría en la conservación (...) Un hombre así sólo sería consciente, al principio de su debilidad; su timidez sería extremada. (...) En estas condiciones cada uno se sentiría inferior a los demás o, todo lo más, igual, de modo que nadie intentaría atacar a otro. La paz sería, pues, la primera ley natural. (...)

Al sentimiento de su debilidad (...) uniría el sentimiento de sus necesidades, y, así, otra ley natural sería la que le inspirase la búsqueda de alimentos. (...) el temor (...) el placer (...) la atracción (...) (...) el conocimiento (...) constituiría la tercera. (...) Y el deseo de vivir en sociedad es la cuarta ley natural.

Capítulo 3. De las leyes positivas.

Tan pronto como los hombres se hallan en sociedad, pierden el sentimiento de su debilidad; cesa la igualdad que existía entre ellos, y comienza el estado de guerra.

Cada sociedad particular llega a sentir su fuerza, lo que produce un estado de guerra de nación a nación. Los particulares, en cada sociedad, comienzan a sentir su fuerza; buscan volver a su favor las principales ventajas de esta sociedad, lo que constituye entre ellos un estado de guerra.

Estas dos clases de estados de guerra establecen las leyes entre los hombres. Considerados habitantes de tan gran planeta, en el que es necesario que haya diversos pueblos, tienen leyes en las relaciones que estos pueblos tienen entre sí; y es el Derecho de gentes. Considerado como viviendo en una sociedad que debe ser mantenida, tiene leyes en las relaciones que tienen los que gobiernan con los gobernados; y es el Derecho político. Las tienen también en las relaciones que todos los ciudadanos tienen entre sí; y es el Derecho civil. (...) Una sociedad no podría subsistir sin un gobierno. La reunión de todas las fuerzas particulares (...) forma lo que se llama un Estado político. (...)

Las fuerzas particulares no pueden reunirse sin que se reunan todas las voluntades. La reunión de estas voluntades (...) es lo que se llama estado civil.

La ley, en general, es la razón humana en cuanto gobierna a todos los pueblos de la tierra; las leyes políticas y civiles de cada nación no deben ser más que los casos particulares a los que se aplica la razón humana. Por ello, dichas leyes deben ser adecuadas al pueblo para el que fueron dictadas (...) Deben adaptarse a los caracteres físicos del país, al clima (...) a la calidad del terreno, a su situación, a su tamaño, al género de vida (...) Deben adaptarse al grado de libertad que permita la constitución, a la región (...) inclinaciones (...) riqueza (...) costumbres (...) maneras.

El equilibrio político: división de poderes.

En cada Estado hay tres clases de poderes: el legislativo, el (...) de las cosas pertenecientes al derecho de gentes, y el ejecutivo de las que pertenecen al civil.

Por el primero, el príncipe o magistrado hace las leyes para cierto tiempo o para siempre, y corrige o deroga las que están hechas. Por el segundo, hace la paz o la guerra, envía o recibe embajadores, establece la seguridad y previene las invasiones; y por el tercero, castiga los crímenes o decide las contiendas de los particulares. Este último se llamará poder judicial; y el otro simplemente poder ejecutivo del Estado.

La libertad política, en un ciudadano, es la tranquilidad de espíritu que proviene de la opinión que cada uno tiene de su seguridad; y para que se goce de ella, es preciso que sea tal el gobierno que ningún ciudadano tenga motivo de temer a otro.

Cuando los poderes legislativo y ejecutivo se hallan reunidos en una misma persona (...) entonces no hay libertad, porque es de temer que (...) hagan leyes tiránicas para ejecutarlas del mismo modo.

Así sucede también cuando el poder judicial no está separado del poder legislativo y ejecutivo. Estando unido al primero, el imperio sobre la vida y la libertad de los ciudadanos sería arbitrario, por ser uno mismo el juez y el legislador y, estando unido al segundo, sería tiránico, por cuanto gozaría el juez de la fuerza misma que un agresor.

En en estado en que un hombre solo o una corporación (...) administrasen los tres poderes (...) todo se perdería enteramente. (...)

El poder judicial no debe confiarse a un senado permanente y sí a personas elegidas entre el pueblo en determinadas épocas del año, de modo prescrito por las leyes, para formar un tribunal que dure solamente el tiempo que requiera la necesidad.

De este modo el poder de juzgar, tan terrible en manos del hombre, no estando sujeto a una clase determinada, ni perteneciente exclusivamente a una profesión se hace, por decirlo así, nulo e invisible. Y como los jueces no están presentes de continuo, lo que se teme es la magistrartura y no se teme a los magistrados.

Y es necesario también que en las grandes acusaciones el criminal, unido con la ley, pueda elegir sus jueces, o cuando menos recusar un número tan grande de ellos que los que resten se consideren elegidos por él.


Sobre la libertad.

No hay palabra que haya recibido significados más diferentes y que haya impresionado más a los espíritus de tantas maneras como la de la libertad. Los uno la han tomado por la libertad de deponer a aquel al que habían dado un poder tiránico; los otros, por la facultad de elegir aquel a quien debían obedecer; otros, por el derecho a estar armados y a poder ejercer la violencia; aquéllos, por el privilegio de no ser gobernados más que por un hombre de su nación o por sus propias leyes. (...) Algunos han unido ese nombre a una forma de gobierno y lo han excluido de los otros. (...) En fin, cada uno ha llamado libertad al gobierno que era más conforme con sus costumbres y sus inclinaciones; y como, en una república, no siempre se tiene ante los ojos y de una manera tan presente los instrumentos de los males que se deploran, y también las leyes parecen hablar más y los ejecutores de la ley hablar menos, se les pone ordinariamente en las repúblicas y se la excluye de las monarquías. En fin, como en las democracias el pueblo parece hacer poco más o menos lo que quiere, se ha puesto la libertad en ese tipo de gobierno y se ha confundido el poder del pueblo con la libertad del pueblo.
Es cierto que en las democracias el pueblo parece hacer lo que quiere; pero la libertad política no consiste en hacer lo que se quiera. En un Estado, es decir, en una sociedad en la que haya leyes, la libertad no puede consistir más que en poder hacer lo que se debe querer y no verse obligado a hacer aquello que no se debe querer.
Hay que entender claramente lo que es la independencia y lo que es la libertad. La libertad es el derecho de hacer lo que las leyes permiten; y si un ciudadano pudiera hacer lo que prohiben, ya no habría libertad, porque los otros tendrían ese mismo poder.
La democracia y la aristocracia no son estados libres de por sí. La libertad política no se halla más que en los gobiernos moderados (...) cuando no se abusa de su poder; pero es una experiencia eterna que todo hombre que tiene poder se ve inclinado a abusar de él; y así lo hace hasta que encuentra algún límite. ¿Quién lo diría? Hasta la virtud necesita límites.
Para que no se pueda abusar del poder, es preciso que, por la disposición de las cosas, el poder detenga al poder.


MONTESQUIEU:

Nacido en La Brède, el 18 de enero de 1689, su nombre era Charles-Louis de Secondat, barón de La Brède y de Montesquieu. Criado en el seno de una familia noble, se formó en leyes, lo que le permitió posteriormente dedicarse al ensayo de corte político e histórico. Así, en 1721 hizo públicas sus famosas "Cartas persas", una reflexión crítica de la realidad francesa (sociedad, instituciones, religión, absolutismo) vista a través de los ojos de un joven persa residente en Francia.
Posteriormente, emprendió viaje por varios países europeos, como Alemania, Italia, Suiza e Inglaterra, tras el que publicó una reflexión de corte histórico y moral, siguiendo el estilo de los "Ensayos" de Montaigne: "Consideraciones sobre las causas de la grandeza y decadencia de los romanos".
Filósofo ilustrado, en 1784 publica su obra de mayor repercusión, "El espíritu de las leyes", en la que expone su teoría acerca de la existencia de un orden en el acontecer histórico y unas leyes que condicionan la actuación humana. Según Montesquieu, los códigos legales y las instituciones que rigen la vida de los pueblos tienen una estrecha relación con condicionantes de carácter cultural (costumbres, religión, etc) y natural (clima, geografía, etc). Las reglas que determinan el comportamiento de los hombres no son permanentes ni absolutas, sino que surgen y son modificadas según los contextos históricos y culturales, los tipos de gobierno y el carácter de la sociedad.
Su ideología política advierte la existencia de tres tipos posibles de gobierno: república, monarquía y despotismo, cada uno con sus propias normas y pautas de actuación. Para Montesquieu, la república debe gobernarse por el principio de la virtud, el amor a la patria y la igualdad. La monarquía se rige por el honor, mientras que el despotismo está gobernado por el terror. Desde este punto de vista, cada forma de gobierno se rige por principios distintos de los que derivan códigos legales y morales diferentes que condicionan los más variados aspectos del comportamiento de los hombres. La decadencia de los sistemas de gobierno se produce cuando los principios de gobierno no son debidamente cumplidos o sufren alteración, corrompiéndose todo el sistema de gobierno. De este modo, su análisis histórico encuentra un modelo de explicación racional del devenir de los pueblos y naciones.
Montesquieu critica la forma de gobierno que él mismo denomina despotismo, esto es, la sujeción de los individuos no a las leyes sino a la fuerza del gobernante. Encuentra contradictorio que el terror, principio que rige las formas de gobierno despóticas, haya de asegurar la paz y la seguridad de los gobernados, restringiendo su libertad.
Contra la república, participación de los ciudadanos en su propio gobierno, Montesquieu alega que es necesaria una excesiva implicación de los individuos en las tareas de gobierno y que la extensión del estado queda muy limitada. Pone como ejemplo de esta forma política a las ciudades-estado de la Antigüedad, y sitúa su decadencia y conversión en tiranías en el alejamiento de los asuntos públicos por parte de sus ciudadanos.
La tercera figura política, la monarquía constitucional, es para Montesquieu la mejor forma de gobierno, al reunir en sí misma las ventajas de la república y de las monarquías absolutas. En este sentido, Inglaterra constituye la representación gráfica de los postulados de Montesquieu. El reparto del poder del estado es necesario para evitar la acumulación en una sola mano que pueda ejercerlo de manera despótica. Para ello, debe dividirse en tres partes, cada una con una misión específica y diferente, que supongan un equilibrio y contrapesen la actuación de las demás. La división de poderes en tres (legislativo, ejecutivo y judicial) y su adscripción a instituciones diferentes es garantía, según Montesquieu, contra un gobierno tiránico y despótico. La fórmula propuesta es hoy plenamente aceptada por los regímenes democráticos, que basan en este esquema político sus planteamientos de gobierno.
Montesquieu falleció en París en 1755.





















MONTESQUIEU. RESEÑA BIOGRÁFICA Montesquieu es uno de los grandes filósofos políticos del Iluminismo. De curiosidad insaciable y humor mordaz, analizó las formas de gobierno, las causas que fundamentan sus avances y retrocesos, y como prevenirse del despotismo y la corrupción.


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Montesquieu aplicó su razonamiento para explicar cómo los gobiernos podrían prevenirse de la corrupción. Entendía al despotismo, en particular, como un peligro potencial para cualquier gobierno no corrupto, y argumentaba que podría bien prevenirse por medio de un sistema en el cual diferentes poderes ejerzan las funciones ejecutivas, legislativas y judiciales, todos ellos regidos por la ley.
Charles Luis de Secondat nació en la localidad de Bordeaux, Francia, el 19 de enero de 1689 en una familia acaudalada. A pesar del buen pasar de su familia, de Secondat fue ubicado al cuidado de una pobre familia durante su infancia. Cursó estudios en el Colegio de Oratoria de Juilly.
Posteriormente asistió a la universidad a estudiar ciencia e historia, convirtiéndose luego en abogado del gobierno local. Su padre falleció en el año 1713 y él fue ubicado bajo la tutela de su tío, el Barón de Montesquieu, quien murió en 1716 y dejó a De Secondat su fortuna, su cargo como presidente del parlamento de Bordeaux, y su título de Barón de Montesquieu. En 1715 contrajo enlace con Jeanne de Lartigue, una practicante protestante, con la que tuvo un hijo y dos hijas.
En los once años siguientes, a través de Tournelle, presidió la división criminal del parlamento, adquiriendo experiencia en procedimientos legales, supervisión de prisiones y administración de penas. Durante este tiempo también fue miembro de la Academia de Bordeaux de Ciencia, dedicándose al estudio de las leyes, las costumbres y los gobiernos de las naciones de Europa. En 1721 cobró fama con sus Cartas Persas, en las cuales criticaba el estilo de vida y las liberalidades de la gente acaudalada francesa al igual que la de la iglesia. Aunque publicó esta obra en forma anónima, su autoría era un secreto a voces.
Comenzó a permanecer más tiempo en París, donde frecuentaba salones conforme al patrocinio del Parlamento y la Academia de Bordeaux. Durante este período escribió varios trabajos menores: Dialogos de Sylla y de Éucrates (1724), Reflexiones sobre la monarquía universal (1724), y El Templo de Gnide (1725). En 1725 él puso todo su empeño en su oficina, renunciando al Parlamento. En 1728 fue electo para la Academia Francesa, a pesar de alguna oposición religiosa, y poco tiempo después dejó Francia para viajar por el extranjero. Luego de visitar Italia, Alemania, Austria, y otras naciones, fue a Inglaterra donde vivió allí durante dos años. Se vio gratamente impresionado por el sistema político inglés, lo que constituyó un bosquejo de su obra posterior.
A su regreso a Francia, en 1731, preocupado por una pérdida significativa de la visión, Montesquieu regresó a La Brède, donde comenzó a trabajar sobre su obra maestra El Espíritu de las Leyes. Durante estos tiempos, también escribió Consideraciones sobre las causas de la grandeza de los Romanos y de su decadencia, que publicó anónimamente en 1734. En esta obra, trató de aplicar sus puntos de vista al caso particular de Roma, y por lo tanto desalentar sobre el uso de Roma como modelo para los gobiernos contemporáneos. Parte de Consideraciones fueron incorporados a El Espíritu de las Leyes, publicada en 1748. Como en las Cartas Persas, El Espíritu de las Leyes fue tan controversial como inmensamente exitosa. Dos años después, publicó una Defensa del Espíritu de las Leyes para dar respuesta a varios críticos. A pesar de este esfuerzo, la iglesia católica romana ubicó a El Espíritu de las Leyesen el Index de obras prohibidas en 1751.
En 1755, Montesquieu falleció víctima de una intensa fiebre en París, dejando inconclusa un ensayo para la Enciclopedia de Diderot y D'Alembert-
Montesquieu creía que todas las cosas estaban hechas a través de reglas o leyes que nunca cambiarían. Comenzó a estudiar estas leyes científicamente con la esperanza en que con el conocimiento de las leyes del gobierno se reducirían los problemas de la sociedad y mejorar la vida humana. De acuerdo a Montesquieu, existen tres tipos de gobierno: la monarquía (regida por un rey o reina); la república (regida por un líder electo); y el despotismo (regido por un dictador). Montesquieu creía que un gobierno que había sido elegido por el pueblo era la mejor forma de gobierno. Sin embargo, creía que el éxito de una democracia -un gobierno en el cual el pueblo tenía el poder- dependía del mantenimiento de un correcto balance del poder.
Montesquieu opinaba que el mejor gobierno sería aquel en el cual el poder estuviera balanceado entre tres grupos de funcionarios. Pensaba que Inglaterra -que contaba con una división de poderes entre el rey (que ejecutaba las leyes), el parlamento (que hacía las leyes), y los jueces de la corte inglesa (que interpretaban las leyes)- constituía un buen modelo de ello. Montesquieu denominó a la idea de dividir el gobierno en tres áreas como "separación de poderes". Pensaba que era más importante crear áreas separadas de gobierno con poder equivalente aunque diferente. De ese modo, se evitaría otorgar demasiado poder a un individuo o grupo de individuos. Él escribió: "Cuando la facultad de legislar y la ejecución de la ley se hallan unidas en la misma persona... allí no puede estar la libertad". De acuerdo a Montesquieu, cada poder de gobierno podría limitar el poder de los otros dos poderes. Por lo tanto, ningún poder de gobierno podría amenazar la libertad del pueblo. Sus ideas acerca de la separación de poderes se convirtieron en la base intelectual de la Constitución de los Estados Unidos.
A pesar de la creencia de Montesquieu en los principios de la democracia, no consideraba que toda la gente fuera igual. Montesquieu admitía la esclavitud. También pensaba que las mujeres eran más débiles que los hombres y que tenían que obedecer los mandatos de sus maridos. De todos modos, también consideraba que las mujeres contaban con la habilidad para gobernar. "Es contrario a la razón y contrario a la naturaleza que las mujeres sean amas en su hogar... pero no para que ellos gobiernen un imperio. En el primer caso, su débil situación no les permite ser preeminentes, en el segundo caso, sus considerable debilidad les otorga más apacibilidad y moderación, con lo cual las ásperas y feroces virtudes, pueden crear un buen ambiente." De esta manera, Montesquieu planteaba que las mujeres eran demasiado débiles para estar al frente del hogar, pero que la calma y la apacibilidad eran atributos útiles en lo que respecta a decisiones de gobierno.

Charles Louis de Secondat, Señor de la Brède y Barón de Montesquieu, abogado, pensador, político y escritor francés.


[editar] Citas
"A la mayoría de las gentes prefiero darles la razón en seguida que escucharlas."
"Cuando hemos alcanzado una categoría, no debemos hacer nada que nos haga parecer inferiores a ella."
"El que estando enfadado impone un castigo, no corrige, sino que se venga."
"El que teme padecer padece ya lo que teme."
"El talento es un don que Dios hace en secreto, y que nosotros revelamos sin saberlo."
"Entre menos piensa el hombre, más habla."
"Feliz el pueblo cuya historia se lee con aburrimiento."
"Gobernar una familia es casi tan difícil como gobernar todo un reino."
"¿Hay nada tan seguro, decidido, desdeñoso, contemplativo, grave, serio, como el asno?"
"La amistad es un contrato por el cual nos obligamos a hacer pequeños favores a los demás para que los demás nos los hagan grandes."
"La cobardía es madre de la crueldad."
"La confianza en la bondad ajena es testimonio no pequeño de la propia bondad."
"La ley debe ser como la muerte, que no exceptúa a nadie."
"La libertad es el derecho a hacer lo que las leyes permiten."
"La palabra es mitad de quien la pronuncia, mitad de quien la escucha."
"La principal ocupación de mi vida consiste en pasarla lo mejor posible."
"La prueba más clara de sabiduría es una alegría continúa."
"La razón es una olla de dos asas: lo mismo puede cogerse por la derecha que por la izquierda."
"La verdad en un tiempo es un error en otro y viceversa."
"Las leyes inútiles debilitan a las necesarias."
"Los hombres somos más capaces de grandes acciones que de buenas acciones."
"Los que tienen poco negocio que atender son buenos charlatanes, los intelectuales y los ocupados hablan menos."
"Nada graba tan fijamente en nuestra memoria alguna cosa como el deseo de olvidarla."
"No hay tontería mayor y más común que la de amargarse por las tonterías del mundo."
"No existe tiranía peor que la ejercida a la sombra de las leyes y con apariencias de justicia."
"Nosotros los hombres alardeamos de ser más malos de lo que realmente somos."
"Para hacer grandes cosas no hace falta ser un gran genio, no se ha de estar por encima de los hombres, sino entre ellos."
"Para juzgar cosas grandes y nobles es necesario poseer un alma otro tanto grande y noble."
"Para obtener éxito en el mundo, hay que parecer loco y ser sabio."
"Pronto cansa la altanería de una mujer hermosa; nunca aburre la de una mujer buena."
"Se ama más a los nietos que a los hijos. Es que uno sabe con bastante exactitud la ayuda que consigue de su hijo, la suerte y el mérito que tiene; pero espera y confía en su nieto."
"Si supiera algo que me fuese útil, pero que fuese perjudicial a mi familia, lo desterraría de mi espíritu; si supiera algo útil para mi familia pero que no lo fuese para mi patria, intentaría olvidarlo; si supiese algo útil para mi patria pero que fuese perjudicial para Europa, o bien fuese útil para Europa y perjudicial para el género humano, lo consideraría un crimen y jamás lo revelaría, pues soy humano por naturaleza, y francés sólo por casualidad."
"Siempre he observado que para triunfar en la vida hay que ser entendido, pero aparecer como tonto."
"Una cosa no es justa por el hecho de ser ley. Debe ser ley porque es justa."
"Una injusticia hecha al individuo es una amenaza hecha a toda la sociedad."
"Yo no me encuentro a mí mismo donde me busco. Me encuentro por sorpresa cuando menos lo espero."
Obtenido de "http://es.wikiquote.org/wiki/Montesquieu"




Filosofía social y política
Tras la revolución de 1688, la filosofía social y política en Inglaterra entra en una etapa de escasa creatividad. No obstante, la Constitución inglesa, ejerce una notable fascinación en los pensadores franceses. Touchard distingue tres corrientes diferente durante este período:
1. Liberalismo aristocrático
Representado por Montesquieu, perteneciente a la nobleza, se ubica en la primera generación de la ilustración francesa.
Según Montesquieu, el origen de la sociedad y el Derecho no se encuentra en el contrato social (como sugieren Hobbes, Locke y Rousseau) sino en la naturaleza del hombre y las circunstancias que lo rodean (geográficas y climáticas).
Postula Mostesquieu en El espíritu de las leyes, con claro enfoque aristocrático, que cualquier forma de gobierno debería ser moderada por diferentes contrapesos:
Separación de poderes: inspirándose en Locke y en la Constitución inglesa, la separación de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial) debe corresponderse con el equilibrio entre tres fuerzas sociales y políticas: rey, pueblo y aristocracia.
Cuerpos intermedios: la existencia de éstos es fundamental. Se refiere a la nobleza y a los parlamentos.
Descentralización
Moralidad de las costumbres y la religión: ejercerá un contrapeso a fin de alcanzar un equilibrio.
2. Utilitarismo político
Desde un punto de vista político, los ilustrados franceses son conservadores. Voltaire, un burgués enriquecido, descreía de la igualdad social pese a haber luchado por las reformas sociales y la tolerancia.
Así mismo, los materialistas son más aventurados en cuestiones religiosas que políticas, más preocupados por la felicidad y el bienestar que por la igualdad.
3. Rebeldías y utopías
El proletariado aún no existía en sentido estricto, las ideas democráticas, en efecto, sólo podían ser defendidas por pensadores aislados. En esta línea, el pensamiento de Rousseau.

1 comentario:

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